sábado, 3 de agosto de 2013

El Baile de la Vida

Me gusta mucho bailar y hacer gimnasia, lo hago desde los 7 años. Empecé en una academia llamada “Estrellas Gemelas”. En mi escuela daban clases de gimnasia, pero la profesora que impartía las clases no me gustaba mucho, tenía un mal carácter y era muy brusca al momento de corregirte. Siempre terminaba con moretones en los brazos debido a los fuertes apretones que me daba cuando quería corregirme una posición.
Le dije a mi mamá que no quería continuar más en ese lugar, ir allí todos los días era un sufrimiento, llegaba todos los días llorando a la casa; no podía aguantar más. Tratar de convencerla fue muy difícil, ya que no quería que dejara la gimnasia. Pero mi otra mamá trabajaba en la academia que mencioné anteriormente haciendo las mallas de competencia de las gimnastas, y propuso la idea de que me inscribieran.
Cuando digo “mi otra mamá” me refiero a una exnovia de mi papá, Indira, es de padres hindúes. Tuvieron un hijo, Andrés Yamir, mi medio hermano hace mucho tiempo, con el cual me llevo 10 años. Nos llevamos muy bien, cuando estamos juntos somos inseparables.
Cuando era pequeña, a mi mamá Indira no le gustaba cierta actitud que tenían mis padres conmigo, incluso llegó a pensar que me maltrataban. No le gustaba el ambiente en el que me estaban criando, muchas veces había peleas y a mi mamá Indira eso no le gustaba mucho. Quiso denunciarlos para tener mí custodia, no le parecía que vivir con mis padres fuera lo más apropiado para una niña de 3 años. Tras tras varias semanas de juicio se llegó a una conclusión: que las dos partes compartieran mi custodia. Así que desde que tengo 3 años durante el año se reparten los días en los que tengo que vivir en las determinadas casas.
En la casa de mi mamá Indira también viven mi hermano Andrés, que en algunas ocasiones también lo llamamos Yamir; y mi abuela Denali, la madre de Indira. Es muy divertido estar con ellos. Me enseñaron a hablar Hindi, para que cuando viajara con ellos a la India no tuviera ningún problema. También me enseñaron las costumbres y los bailes tradicionales. Allí es cuando tuve el primer contacto con el baile. Me gustaba mucho hacer esos bailes, sobre todo con esos trajes tan hermosos y coloridos. Me sentía como una princesa hindú. Cuando bailaba podía sentir que volaba, era una sensación inexplicable y muy bonita.
Cuando tenía 7 años fue la primera vez que tuve contacto con la gimnasia, me encantaba. El único inconveniente era la profesora que no tenía buen trato con las atletas. Mi mamá Indira propuso entonces que me inscribieran en la academia donde ella trabajaba, pero era demasiado cara y no podíamos costear la mensualidad. Así que habló con el director de la academia y le dijo que me trajera para hacerme una prueba y ver si tenía el potencial necesario para que me pudieran becar.
Realicé la prueba y me dijeron que podían becarme. Estaba muy feliz de poder entrar a esa academia.
Comencé las prácticas en enero de 2002, dos meses después de haber presentado la prueba. Mi entrenador era muy simpático y tenía mucha paciencia con las niñas.
Mejoré mucho durante el mes siguiente, cada semana iba mejoran más y más. Me sentía muy orgullosa de mí misma de ir avanzado muy rápido y haciendo las cosas cada vez mejor.

3 MESES DESPUÉS

Hoy es mi primera competencia y estoy muy nerviosa. He practicado mucho pero igualmente no puedo evitar sentir nervios. No quiero fallar, no quiero defraudar a mis entrenadores que se han esforzado mucho; pero sobretodo no quiero fallarles a mi mamá Indira, mi hermano Yamir y a mi abuela Denali, que también me han apoyado. Todas las tardes me ayudaban a practicar mis esquemas. Por esa razón quiero hacerlo lo mejor posible, para que se sientan muy orgullosos de mí y que todo este esfuerza haya valido la pena.
Milagrosamente todo salió bien. Quedé primera en mi categoría, estoy muy feliz. Cuando mencionaron mi nombre, toda mi familia aplaudió desde las gradas. De verdad estábamos muy felices por este resultado, no podía creerlo, parecía un sueño.
De verdad la gimnasia es algo muy hermoso, al principio cuesta hacer las cosas, pero poco a poco vas agarrando el ritmo y te comienzan a salir las cosas. Cuando algo te sale por primera vez después de practicarlo tanto te siente genial porque te das cuenta que todo el esfuerzo puesto está dando sus frutos. Cada vez que haces una pirueta sientes que vuelas, es una sensación indescriptible.
Cuando bailas se tiene más o menos la misma sensación, te sientes ligera tanto que piensas que puedes volar. Con el baile expresas todos tus sentimientos, es como un idioma, les puedes contar a las demás personas una historia, tu vida, tus pensamientos, de todo.
Hay gente que me ha dicho que el baile, sobre todo la danza árabe, no tiene comparación con la gimnasia, que es de flojos. Pero en realidad se equivocan, la misma fuerza que aplicas en la gimnasia la tienes que aplicar en la danza. En la danza también tienes que tener resistencia para bailar durante bastante tiempo y con apenas unos minutos o segundos de descanso.
Yo pienso que las dos disciplinas tienes sus cosas de dificultad, las dos se merecen el mismo respeto. Ninguna es mejor o peor que la otra.
Pienso esto porque las dos me ayudaron al mismo tiempo a superar una terrible situación que pasé cuando tenía 9 años, casi 10 junto a mi “gemela” y otra niña, que en ese momento tenía 6 años, que también considerábamos como a una hermana, una hermana pequeña.
Mi “gemela” es una niña que entró un meses después que yo a la gimnasia conmigo. Todo el mundo dice que somos exactamente iguales, aunque yo pienso que tenemos algunas pequeñas diferencias. Además se llama Andreina, y como como me llamo Andrea piensan que de verdad somos hermanas y que nuestros padres nos pusieron nombre similares.
Las dos tenemos pelo negro ondulado, ojos marrones, piel morena, casi la misma estatura y las nacimos el 29 de agosto de 1994. Por esta razón es que todos piensan que somos gemelas, pero en realidad venimos de diferentes padres, Andreina tiene los ojos más claros que yo, yo tengo el pelo más largo que ella (aunque antes lo teníamos del mismo largo) y ella es un poco más alta que yo. Pero aun así la gente nos confunde con facilidad. Aunque a veces puede ser un divertido porque confundimos a las personas.
Lo más gracioso fue como nos conocimos, estaba en la academia bajando por las escaleras a la planta baja, cuando de repente chocamos una con la otra. Cuando nos levantamos y nos vimos de frente nos quedamos congeladas, no podíamos creer lo que veíamos. Era como estarse viendo en un espejo, de verdad no lo podía creer. Cuando la gente nos vio juntas por primera vez, se quedaron igual que nosotras, anonadados.
Nuestra otra hermanita, la cual mencioné anteriormente, se llama Alejandra. Es como nuestra hermanita menor, todo lo que sabemos se lo enseñamos. Ella llegó 2 años después de que Andreina y yo entráramos a la gimnasia, en el verano de 2004 cuando teníamos 9 años faltando casi un mes para cumplir los 10. Cuando nos conocimos nos pareció muy simpática y nos hicimos amigas casi de inmediato. Pero lo que de verdad nos unió fue un acontecimiento que nos iba a ocurrir esas vacaciones, durante el campamento de gimnasia y baile que hace la academia todos los años.
El 18 de julio de 2004 partimos en un autobús hacia un pueblo que queda más o menos a dos horas de Caracas, en donde a sus afueras se encontraba una casa con un galpón ambientado para que practicáramos gimnasia y con bastantes cuartos que podían servir de salones de baile.
Andreina y yo ya habíamos ido los últimos dos años, pero esta era la primera vez que Alejandra venía. Se suponía que el campamento duraría dos semanas, pero a los pocos días que hubiéramos llegado se empezaron a escuchar rumores sobre que había una banda de maleantes que ya habían pasado robando por los pueblos vecinos. No sabíamos si estos rumores eran verdad, pero mucho niños decidieron pedir que los vinieran a buscar, quedando solamente unos poco estudiantes de la academia en el campamento, entre ellos estábamos incluidas Andreina, Alejandra y yo.
Entonces, los profesores al estudiar la situación decidieron que debíamos partir al día siguiente para prevenir, así que nos fuimos a acostar temprano para poder madrugar y llegar lo más temprano posible a Caracas.
Estaba sumida en un profundo sueño cuando de repente un fuerte ruido me despertó, al principio no tenía idea de lo que podía ser. Pero lo escuché por segunda y tercera vez y me pude dar cuenta de que eran disparos. Todos nos levantamos, sin saber qué hacer. Al principio nos escondimos debajo de nuestras camas mientras esperábamos a que los disparos cesaran. Cuando cesaron decidimos salir del cuarto.
Cuando bajamos a la planta baja de la casa encontramos a todos los profesores tirados en piso. Nos quedamos petrificados hasta que oímos unos pasos, tratamos de salir por la puerta principal pero llegaron unos tipos con armas y atraparon a algunos compañeros, los demás logramos escapar. Mientras corría di un vistazo detrás de mí y pude ver que algunos compañeros lograron escapar de las garras de los tipos, pero casi de inmediato les dispararon y cayeron al piso. Esos debían ser los maleantes de los que hablaba la gente del pueblo.
Seguimos corriendo, pero los tipos seguían disparando, dándoles a cada uno de nuestros compañeros. Dos balas me dieron por la parte de atrás de las rodillas, una de ellas me dio en la izquierda pero la otra solo me rozó la derecha, y una tercera me rozó el codo izquierdo, caí al piso de inmediato. A Andreina le dieron en la rodilla derecha y otra le rozó el codo derecho. Por último, a Alejandra le rozaron el hombro izquierdo y otra le rozó el tobillo derecho. Ella y Andreina también cayeron al piso.
Mientras estábamos las tres tiradas en la grama, llegaron los tipos y nos empezaron a golpear, hasta que escucharon unos ruidos y se fueron corriendo. Vimos la figura de un hombre que se nos acercaba, cuando estuvo al lado de nosotras y nos habló, nos dimos cuenta que era nuestro entrenador. Nos dijo que nos preocupáramos, que él iba a buscar ayuda al pueblo. Se fue y no lo vimos hasta que amaneció. Llegó una ambulancia un una patrulla. Nos llevaron directo al hospital del pueblo. De ahí en adelante no recuerdo nada.
Lo último que recuerdo fue que desperté en la cama de un hospital. Una enfermera estaba a mi lado, me comentó que había estado inconsciente durante 3 días. Me dijo que la bala que me dio en la rodilla izquierda había causado daños severos. La que me rozó la rodilla derecha no había causado tantos daños como en la izquierda, pero eran igual de graves y la que rozó el codo izquierdo también había causado daño graves. Me dijo que me tendrían que operar porque si no podía perder movilidad en esas tres partes. Andreina y Alejandra habían corrido con la misma suerte y también tenían que operarlas. Pero las malas noticias no acaban allí. Nosotras tres fuimos las únicas de los estudiantes que sobrevivimos y de los profesores, el único que sobrevivió fue nuestro entrenador. La noticia fue desgarradora, no paré de llorar en toda la noche. Mi hermano se quedó conmigo para consolarme, mientras mi mamá, mi papá e Indira hablaban con el médico afuera. Luego se fueron a dormir a la casa y dijeron que regresaban en la mañana.
Al día siguiente me dijeron que la operación había sido pautada para esa mis tarde. Más tarde trajeron unos exámenes de sangre que me habían hecho y revelaron que tenía una severa infección en la sangre causada por una bacteria que pude haber contraído por estar tanto tiempo tirada en la tierra con heridas abiertas. Tenían que suministrarme unos medicamentos para erradicar la infección para que me pudieran operar. Pero esta clase de infección dura mucho tiempo y es difícil de erradicar por completo, lo que se puede hacer es que con los medicamentos se mantiene latente pero nunca se va. Solo se va con el tiempo, hay que esperar a que crezca y el tiempo nos dirá cómo se desarrolla. Esta infección también puede causar otro tipo de problemas en diferentes órganos sobre todo los pulmones y el corazón. Más tarde me enteré que Andreina y Alejandra también contrajeron esta bacteria.
Cuando la infección pudo ser controlada, nos operaron. Cuando desperté las rodillas y el codo me dolían de una manera horrible. Los médicos dijeron que durante dos meses debíamos estar de reposo y después de eso empezaríamos la rehabilitación. Además de eso, cada mes debíamos ir a recibir tratamiento para reducir la infección porque todavía no había sido completamente controlada hasta estar latente.
Luego de estar dos meses sin hacer nada, solo ir a la clínica a recibir el tratamiento, comenzamos la rehabilitación. Era horrible, los ejercicios que nos mandaban a hacer dolían mucho. Aunque lo del tratamiento para la infección no se quedaba atrás, nos hacía sentir mal durante tres días y nos descompensaba mucho. Algunas veces me tuvieron que hospitalizar porque me ponía muy mal.
Tres meses después de empezar con ese tratamiento, las consecuencias de la infección se hicieron notar. Me abrió dos agujeros en el corazón y tuvieron que operarme. Luego de la operación debía seguir con el tratamiento.
Durante un año estuvimos con el tratamiento para la infección y la rehabilitación. Fue un año horrible, lo único bueno es que poco a poco podía ir haciendo más cosas en la gimnasia, hasta que por fin pude empezar a hacer salto y mortales otra vez.
Ese año, la academia estrenó dos tipos de baile nuevos, danza árabe y flamenco. Andreina decidió irse por el flamenco, Alejandra y yo decidimos hacer danza árabe. Las clases eran increíbles, muy divertidas y amenas. Nos servían de anti estrés.
La gimnasia y el baile nos ayudaron a superar los que nos había pasado. Luego de lo que nos pasó, no volvimos a ver a nuestro entrenador. Nos quedamos con Álvaro y Mariela que eran otros entrenadores que nos habían dado clase. Pero no éramos tan unidos como lo éramos con nuestro entrenador original, que nos había dado clase desde que entramos a la academia.
Los años que siguieron no fueron fáciles, entre el tratamiento para las infecciones causadas por la bacteria que habíamos contraído más las operaciones que tuvimos a causa de los efectos de la infección. Pero lo que nos mantuvo siempre optimistas fue las clases de gimnasia y bailes. Tuvimos muchas competencias de ambas, ganando la mayoría de ellas.
Cuando Andreina y yo cumplimos 17 años nos llegó la noticia que habíamos clasificado para las olimpiadas del año siguiente, nos la pasamos todo ese año entrenando. Alejandra había participado en una muy importante competencia de gimnasia internacional, en la cual quedó de primer lugar. Estábamos muy orgullosa de ella.
Cuando llegó el momento estábamos muy nerviosas. Queríamos que nuestro entrenador estuviera presente para que nos viera. Álvaro y Mariela nos dijeron que Carlos (nuestro antigua entrenador) seguro estaría orgulloso viéndonos participar en este evento tan importante.
Todo salió bien. Nos llevamos cada una dos medallas de plata, una de bronce y tres medallas de oro. Una de esas medallas de oro la ganamos en el final individual. Quedamos empatadas en el primer lugar. Fue lo máximo.
Al salir del gimnasia nos tropezamos con un hombre y cuando le vimos lacara nos resultó familiar, hasta que nos dimos cuenta que era Carlos, nuestro primer entrenador. Nos dijo que estaba muy orgulloso de nosotras, que lo habíamos hecho excelente, saltamos a sus brazos y nos abrazó muy fuerte. Con nosotras también estaba Alejandra, a ella también la abrazó y le dijo que lo había hecho excelente en esa competencia en la que participó un año atrás.
Fue muy emocionante volvernos a encontrar con él. Regresamos todos juntos a Venezuela. Durante el viaje nos comentó que se había quedado en otra país mientras encerraban a esos maleantes que nos habían lastimado hace unos años. Al enterarse que todos estaban en la cárcel decidió regresar, no sin antes vernos participar en el mayor evento de nuestras vidas.
Todos estos años, tanto la gimnasia como el baile nos ayudaron a las tres a superar el trauma que nos había causado esa desgracia. Por eso digo que cada disciplina es importante por igual. Cada una tiene su aspecto mágico que nos permite soñar y hacer cumplir esos sueños. Nunca olvidaré esos momentos que pasé con mis dos mejores amigas, que más que amigas eran como mis hermanas, que gracias a la gimnasia y el baile nos pudimos conocer y no sé qué sería de mi vida si no las hubiera conocido. Que me enseñaron que la vida es un baile que debemos realizar hasta llegar al final.


FIN

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